sábado, 29 de septiembre de 2012

Bienvenida apatía, bienvenida mi amor


No es la crítica la que me merece en el nicho de la UNLaR, no es la crítica ni la falsa esperanza de que nada cambie, no es la crítica sin acción, es la poca voluntad conjunta.
Segados alumnos que caminan en la universidad, con finales como papeletas a cuestas, sin miras a una reforma, una reforma profunda caudal significativa y propia de la lengua tajante de un universitario comprometido.
No es un escupitajo de realidad a la cara de quienes lo interpretaran luego, es una sonrisa para quienes creen que estamos durmiendo. No lo estamos, nos falta ahínco, nos falta una gota, una señal, un deseo colectivo para encaminar.
Pues no son los gestos malos, ni buenos de la institución que molestan es la institución callada por los albores de la burocracia y la capitalización de lo formal hasta en lo mas mínimo de los aspecto.
Lo estructurado y rígido de la antidinamica, de los títulos mezclados con las impotencia de aquel que no se queja, que solo escucha pero no habla.
Mirar a la Universidad como la maquina expeditiva como la vemos hoy, no es, ni jamás será el camino para la reforma.
Autoridades dormidas, clavadas en sus asientos, en sus oficinas y salas arquitectónicamente separadas de las aulas mundanas del alumno promedio.
No es la infraestrucutura tan nueva y hermosamente cuidada la que pesa sino es la limpieza de las ideas, la Pongamos nombres, pongamos ideas, pongamos lo que nos molesta, pongamos lo que odiamos, digamos lo que queremos, hablemos y ensuciemos los pasillos con palabras necias o inteligentes pero PROPIAS, siempre NUESTRAS.
Vomitemos la pulcritud de lo cotidiano y  trascendamos tiempos. No hay quien pase por un lugar y no intente cambiar todo eso que cree esta mal.


Bel.-

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