No es la crítica
la que me merece en el nicho de la
UNLaR , no es la crítica ni la falsa esperanza de que nada cambie,
no es la crítica sin acción, es la poca voluntad conjunta.
Segados
alumnos que caminan en la universidad, con finales como papeletas a cuestas,
sin miras a una reforma, una reforma profunda caudal significativa y propia de
la lengua tajante de un universitario comprometido.
No es un
escupitajo de realidad a la cara de quienes lo interpretaran luego, es una sonrisa
para quienes creen que estamos durmiendo. No lo estamos, nos falta ahínco, nos
falta una gota, una señal, un deseo colectivo para encaminar.
Pues no son
los gestos malos, ni buenos de la institución que molestan es la institución callada
por los albores de la burocracia y la capitalización de lo formal hasta en lo
mas mínimo de los aspecto.
Lo
estructurado y rígido de la antidinamica, de los títulos mezclados con las
impotencia de aquel que no se queja, que solo escucha pero no habla.
Mirar a la Universidad como la
maquina expeditiva como la vemos hoy, no es, ni jamás será el camino para la
reforma.
Autoridades
dormidas, clavadas en sus asientos, en sus oficinas y salas arquitectónicamente
separadas de las aulas mundanas del alumno promedio.
No es la infraestrucutura
tan nueva y hermosamente cuidada la que pesa sino es la limpieza de las ideas,
la Pongamos nombres, pongamos ideas, pongamos lo que nos molesta, pongamos lo que
odiamos, digamos lo que queremos, hablemos y ensuciemos los pasillos con
palabras necias o inteligentes pero PROPIAS, siempre NUESTRAS.
Vomitemos
la pulcritud de lo cotidiano y
trascendamos tiempos. No hay quien pase por un lugar y no intente
cambiar todo eso que cree esta mal.
Bel.-
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